domingo, 27 de octubre de 2013

Como siempre en mi vida , el insomnio en algún momento me alcanza, me mastica y me escupe sobre un suelo de mármol blanco sobre el que se supone debo ser eficiente y profesional...la crème de la crème del mercado multinacional.
 Cambie de colchón, el mejor del mercado, recomendado por kinesiologos, hoteles 5 estrellas y la vendedora que quería una buena comisión.
 Cambie de sabanas, algodón egipcio, 500 hilos, en ridículas 2560798 cuotas.
 Cambie las almohadas, espuma viso-elástica con memoria selectiva, o algo por el estilo.
 Llene mi cuarto con esencia de lavanda.
 Me bañe en espumas relajantes de vainilla, tilo y manzanilla.
 Tome un té que tiene el pretencioso nombre de "dulce sueños".
 Sin embargo me aquí estoy , a las 2.15 am, rasgando el teclado de mi computadora, recordando pasados que no fueron, leyendo sobre bueyes pedidos y burros encontrados.
 Tal vez, debería aprender a convivir con el insomnio en vez de intentar cagarlo a trompadas cada vez que aparece.
 O tal vez debería hacer como el resto de mis colegas y simplemente buscar el sueño en un blister sellado que se vende bajo receta duplicada.